La única vez que lo sintió fue al verla, ella se encontraba desnuda, magnifica en lo alto de un risco muy encima de una laguna, la luz de la luna bañaba su cuerpo y hacia adivinar unas curvas que le quitaron el aliento, la fantasmal luz dibujaba un rostro hermoso de mirada serena, casi triste… el gesto era indescifrable, su pequeña boca congelada en una mueca que no llegaba a ser sonrisa, el viento agitaba un poco su cabello haciendo brillar de vez en vez los adornos de oro y plata que tenia entretejidos en el. La envolvía el olor a incienso y la volutas de humo que se desprendían la convertían en una figura etérea, demasiado bella para este mundo terrenal. En cierto momento ella inclino un poco el rostro y sus ojos parecieron encontrarse con los suyos y fue cuando El lo sintió…
Se acercaba la media noche…
El silencio era total, en eso ella levanto sus brazos al cielo y como esperando esa señal se elevaron canticos solemnes alrededor del risco, la velocidad del cantico fue elevándose cada vez más a medida que un tambor marcaba el ritmo hasta volverse un alocado clamor, la ninfa en lo alto del risco doblo sus piernas y por un momento pareció que sus brazos en alto sostenían la luna, al siguiente instante con un impulso desapareció del risco y se hizo el silencio.
En el fondo de la laguna el agua estaba completamente quieta, la insondable profundidad solo devolvía el reflejo de la luna, de pronto un cuerpo golpeo con fuerza ese reflejo volviéndolo una explosión de chispas relucientes, poco a poco la superficie de la laguna fue calmándose de nuevo y la luna volvió a distinguirse, redonda, hermosa e imperturbable.
Nada volvió a alterar la tranquilidad de la laguna esa noche, el sacrificio a Astarté había terminado.
Paso el tiempo, la sorpresa inicial de su descubrimiento y su repentina perdida se volvieron mero escepticismo, tal vez era algo que había provocado el ambiente, los tambores con el olor del incienso lo habían puesto muy receptivo, si tal vez fue eso, después de todo el amor a primera vista es solo un invento de los bardos que buscan agradar a las multitudes, con este pensamiento en su mente por milésima vez, El pago su trago y salió de la sucia taberna en la que se encontraba, volvió caminando a su casa, donde un gato y un cuarto tibio y vacio lo esperaban para acompañarlo hasta el alba.
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